Nací en 1989, en un hogar de clase media-baja, con ideales de derecha. El conflicto armado había concluido y se construía un nuevo El Salvador, crecí observando como la política se reinventaba, quienes se levantaron con armas en una lucha contra las injusticia y en favor de los pobres, tuvieron en sus manos algo nuevo, una nueva arma, la fuerza política. Y ARENA, un partido de derecha, articulado principalmente por el poder económico del país, ocupaba el gobierno en ese entonces.
Crecí familiarizado con las palabras comunistas, asesinos, escuadroneros, guerrilleros, frentudos, areneros, terratenientes, etc. Identificando que los buenos podían ser cualquier persona, excepto los del FMLN, ellos eran malos.
Crecí en un modelo de país capitalista, donde estamos acostumbrados a trabajar y solo trabajando arduamente se puede crecer.
Ignore la política de mi país hasta que llegue a los 18 años cuando tuve que pensar por quien votar, y gracias a mis estudios identifique y comprendí lo que en realidad originó este conflicto entre ARENA y FMLN.
En mi entorno, mis amistades se inclinaban por la izquierda, querían votar siempre por el FMLN, partido que representaba la rebeldía, y como jóvenes, eso éramos, rebeldes. Pero no basta ser rebelde para votar en contra del partido que ocupa el poder.
Conocí a fondo la izquierda, su estructura, su organización. Encontrando en ella lo mismo que en la derecha, los malos eran los Areneros, los malos eran los ricos y se veía como referencia un modelo “perfecto” el de otros países donde la izquierda triunfaba. Soñaban con que El Salvador fuera así.
Conocí gente humilde, sencilla y con esperanzas de ver un mejor El Salvador. Pero también conocí gente con intereses mezquinos que simplemente utilizaba a los de abajo para lucrarse. Conocí excombatientes que no lograron a 15 años de finalizada la guerra, comprender el porqué de su lucha.
Comencé a ver una similitud en ambos escenarios, ARENA y FMLN inculpándose de todo unos con otros en una lucha que parecía eterna, con campañas electorales basadas en miedo, y utilizando los recuerdos de la guerra que tanto lastimaban a la gente que había sufrido durante ese suceso.
Me sentí frustrado al ver como la política defraudaba a quienes entregaban corazón y alma a una esperanza de verdadero cambio. Sin embargo en ningún momento me desencante de la política, al ver en ella la única forma de participar en las decisiones de país.
Entiendo la frustración de algunos jóvenes en pensar que no tenemos a ningún partido o candidato ideal para ocupar un cargo de elección popular, entiendo a quienes juzgan a un partido por ayudar a hacer ricos a los ricos, entiendo a quienes quisieran que los políticos estuvieran mas cerca de la gente.
Entiendo todo, y principalmente debo decir que entiendo el deseo que hayan buenos gobernantes y la única forma de actuar para cambiar eso es votando.
En este periodo electoral, que parecía idéntico a las demás elecciones para presidente anteriores surge un nuevo factor, una nueva fuerza política que no representa a las extremas, esas extremas que no permiten que se tomen decisiones importantes por caprichos políticos.
Es por eso que veo en UNIDAD la única forma de expresar mi desinterés por los partidos mayoritarios que no hacen más que extender su poder político en favor de su cúpula. Es por eso que veo en una tercera fuerza una alternativa viable, positiva y sobre todo propositiva que genera oportunidades.
No es necesario ahorcarse en uno de los dos palos que han dominado durante años, hay una nueva posibilidad y vota diferente, diferente a lo que hace daño al país.
Yo creo en un relevo generacional en la política de nuestro país, el futuro somos nosotros los jóvenes, de entre nosotros surgirán nuevos alcaldes, diputados y en su mejor caso, Presidentes.
Nada esta perdido, hay un futuro por construir, no permitamos que unos elijan por otros, involucrémonos en política, seamos críticos, generadores de opinión e interés de lo que al país le sucede. Así, y solo así las cosas realmente cambiaran.




